SEMANA
SANTA, LA PUERTA DEL VERANO
Por
fin llegamos a unos días de descanso, ¿o son de agotamiento físico?.
Este
año, por su cercanía al verano, la Semana Santa se puede convertir en el ensayo
general de las vacaciones estivales. El clima, los viajes, la alimentación con
productos de temporada y el ejercicio físico serán similares en ambas.
Si los
días y el tiempo lo permiten, nos vamos a exponer a un sol que quema más que en
invierno, durante más horas y tras varios meses de estar a cubierto sin ni siquiera
salir a tomar el aire con frecuencia. Así la piel no estará curtida y se
quemará y deshidratará con facilidad. Como métodos de protección, que no solo
no son excluyentes sino que se complementan, tenemos lo que nos aporta la
cosmética con cremas de protección solar e hidratantes, y todos aquellos
alimentos que permiten tener una piel con mayor cantidad de pigmento
(melanina), mejor hidratada y nutrida. Las frutas, verduras, lácteos, huevos, etc.,
ricos en vitaminas A, E, D y C, de entre los que destacan todas las frutas de
temporada (melocotón, albaricoque,etc).
El
ejercicio físico será mayor, intentando concentrar en cuatro días lo que no
hemos hecho en tres meses. Por esto es preciso que el músculo y sus sistemas de
renovación estén a punto y prestos para aguantar más esfuerzo del habitual, con
menos reposo y mayor desgaste. Aquí son las proteínas de buena calidad las
estrellas y de entre todas ellas, los derivados cárnicos, huevos y leche. En
estos días, como nos apetecerá poco estar tiempo en la cocina y las amas de
casa también tienen derecho al descanso, los fiambres y embutidos, con un
derivado lácteo y las frutas y verduras de temporada, de fácil preparación,
supondrán una solución magnífica para las comidas.
Si en
vez de ponernos nerviosos y pensar en los atascos de las carreteras, parques,
ferias, zoológicos y playas, al menos un par o tres semanas antes de que
empiecen estas cortas vacaciones comenzamos a caminar algo mas, a introducir en
nuestra dieta un desayuno correcto y a comer algo más de alimentos de
temporada, podremos tener unos días de descanso mental, aunque físicamente sean
una competición atlética.
El
adecuar nuestros hábitos de comida, sueño y ejercicio a un clima menos frío, en
ocasiones caluroso, con alimentos diferentes, con muchas más horas de luz
natural, con unas radiaciones solares elevadas y por lo tanto con más tiempo
para salir y movernos, se puede iniciar en estas mini vacaciones.
Aunque
dice el refrán “hasta el 40 de Mayo no te quites el sayo”, poco a poco, y en
muchas zonas bruscamente, pasaremos del crudo y frío Invierno al tórrido
Verano, por lo que un poco de entrenamiento no nos vendrá nada mal.
No
solo la ropa habrá de cambiar, sino los tipos de platos que cocinemos y por
ello el tipo de compra que hagamos habitualmente y los espacios de
almacenamiento. Hasta los termostatos de los frigoríficos y congeladores se
tendrán que modificar pues cada vez que abramos las puertas, y lo hacemos más
en el buen tiempo, se pierde frio en el interior. La fruta y la verdura aguantan
menos al aire libre o en la terraza o despensa, si la hay, y nos obligarán a
guardarlas en la nevera, con el espacio correspondiente ocupado, o a comprarlas
más a menudo, con el coste de tiempo de compra.
Empezando
a pensar en todo esto y a poner en práctica mínimas variaciones, nos iremos
adaptando progresivamente al futuro estival.