LOS NUEVOS DESEOS
Ya
han pasado varias semanas desde que comenzó el año. Nos hemos apuntado al
gimnasio, a un club ciclista, hemos iniciado una colección o un curso de cocina
y hemos pensado en cambiar nuestro vestuario. El trabajo diario sigue igual,
las rutinas se repiten, hemos faltado al gimnasio en mas de tres ocasiones y la
ropa sigue sin cabernos.
Esta
visión un poco deprimente de los deseos de año nuevo es más frecuente de lo que
querríamos. En lo que a la alimentación se refiere, es muy difícil cambiar y
casi imposible hacerlo si queremos variar nuestros hábitos como si le diésemos
la vuelta a un calcetín.
El
cambio de hábitos alimentarios, si es necesario, se debe realizar progresiva y
lentamente, pensando no solo en grandes metas como no voy a ingerir nada en
exceso y todo va a ser sanísimo y buenísimo. Precisa , como todo en nuestras
vidas, de planificación tras pensar muy bien cuáles son los objetivos en
función de las necesidades y de cómo los cambios nos afectarán en el resto de
actividades diarias a nosotros y a los que nos rodean, a nuestra vida familiar
y laboral, al descanso y al trabajo.
Como
todo no se puede cambiar de una vez, para llegar a mejorar nuestra
alimentación, sea cual sea nuestra situación, hay unas reglas básicas que
seguir y que son útiles para el común de los mortales, estén sanos o enfermos,
presenten un exceso de peso o lo contrario, se sea más joven o más mayor, se
esté creciendo o envejeciendo.
Lo
primero es valorar el número de comidas que debemos realizar al día. En general
oscilarán de cuatro a seis, dependiendo del número de horas de vigilia y de
sueño que tengamos y del nivel de actividad física y mental que realicemos, así
como de nuestras capacidades digestivas. No es lo mismo salir a trabajar o
estudiar que estar en reposo con poca actividad física. Tampoco es igual tener
treinta que ochenta años, no solo por el consumo de energía, sino porque con
los años los procesos digestivos se enlentecen y se necesitan ingestas
repetidas y en ocasiones más cantidad de ciertos nutrientes porque se digieren
y absorben menos porcentajes del alimento ingerido.
El
pensar en el número de comidas nos debe hacer replantearnos la organización
general de nuestra actividad, los horarios de los que disponemos para
realizarlas y su diseño en función del tiempo de preparación previa y del que
vamos a tener para realizarlas. Es lógico pensar que no vamos a comer lo mismo
si tenemos paradas a lo largo de la jornada de diez o quince minutos que si
tenemos una corta y otra de treinta o sesenta minutos o mayor, pasando de comer
alimentos fríos que se preparan en poco tiempo, incluso se pueden comprar ya
hechos, a alimentos calientes, bien traídos de casa en recipientes isotérmicos
o bien calentados en nuestro trabajo o centro de estudio, etc., que además
precisan algo más de preparación en casa.
Si
queremos comer mejor, más veces si es preciso, como para todo en esta vida, hay
dos objetos que nos ayudarán mucho y no son comestibles. Lápiz y papel para
escribir nuestros horarios y actividades y así poder organizarlas; para
preparar un menú, mejor semanal, adaptado a nuestras circunstancias
(necesidades, economía, tiempos de preparación, conservación, etc.); para hacer
una lista de compra que permita realizar lo anterior.
A
muchos, esto les parecerá un trabajo inútil, pero si pensamos con frialdad, la
planificación es ese tiempo gastado en evitar que luego perdamos mucho más en
actividades repetitivas, hechas con prisas y, en general, más costosas en
esfuerzo y economía. Por qué no planificar la comida y sí el trabajo o el deporte.
Si comemos mal, rendiremos peor en todo aquello que hagamos, incluido el
descanso, el sueño, nos cansaremos más y se nos puede alterar hasta el estado
de ánimo.
Simplemente,
en dos a cuatro semanas podremos automatizar el hacer las comidas que necesitemos
y su planificación previa. Así veremos cómo nos encontramos mejor y será mucho
más fácil iniciar otros cambios si no queremos hacerlo todo a la vez, como
realizar ejercicio físico habitual, estudiar algo nuevo, iniciar la práctica de
una actividad creativa, etc.
Comer
bien no solo nos hace estar bien, nos alarga la vida, nos mejora su calidad,
evita muchas enfermedades, enlentece la aparición de los problemas asociados al
envejecimiento y, además, es uno de los grandes placeres de la vida.
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