LA PARADOJA DE UN PAÍS CON MUCHO SOL
Para
cualquiera que se interese por la Salud de nuestro país, en estos momentos le
podrá venir a la cabeza una de las paradojas más interesantes, actuales y sin
sentido, que se nos han presentado. En una cultura occidental, desarrollada,
consumista, sobrealimentada, aparece una alteración del estado de salud, que en
el caso de la población española, afecta a un porcentaje muy elevado de la
misma. Esta alteración es el descenso de la cantidad de vitamina D presente en
nuestro organismo y sus consecuencias tanto en el estado de nuestros huesos
como de nuestra inmunidad, el correcto funcionamiento muscular y otros procesos.
Este
tipo de alteración se asociaba a sociedades poco desarrolladas, con problemas
para alimentarse, como fue el caso de nuestro país en los años cuarenta y
cincuenta, en los que el hambre, los defectos nutricionales y casos de
malnutrición, estaban a la orden del día, consecuencia de una pobreza
generalizada. Se comían pocos alimentos proteicos, pocos lácteos (salvo en
algunas regiones) y por lo tanto existía un déficit crónico en la dieta de
calcio y vitamina D, dando lugar a raquitismos y otras alteraciones de la
salud.
A
partir de los sesenta, con la mejoría general del país, se comenzó a comer
mejor, de todo y variado. Así hemos podido comprobar en las últimas décadas que
“el españolito medio” no es tan bajito como se pensaba y que nuestros
adolescentes sobrepasan de media de estatura los 176 cm, demostrando que además
de la genética, una buena nutrición es imprescindible para un crecimiento
adecuado. Alimentos ricos en calcio y vitamina D, proteínas y minerales
abundantes, consiguieron una población bien nutrida y sana.
Y,
ahora, al inicio del siglo XXI nos encontramos que, con la abundancia de
alimentos y la sobrealimentación, estamos malnutridos a la vez por exceso y por
defecto. Más obesidad y sobrepeso, más
hipertrofias musculares por sobreesfuerzo, más anemias por defecto de hierro,
folato y vitamina B12 y más hipovitaminosis D.
Hoy
día sabemos que la vitamina D es algo más que una vitamina. Que interviene en
la absorción de calcio de la dieta y en el depósito del mismo de manera
adecuada en el hueso, de su recambio, así como en mantener los niveles de este
mineral en sangre. Pero, también, interviene en el correcto funcionamiento de
nuestras defensas y en que los músculos trabajen de forma adecuada,
disminuyendo la posibilidad de caídas en ancianos.
Es
por esto que mantener unos niveles adecuados de esta vitamina en sangre, es
imprescindible para nuestra salud, pero en diversos estudios y en la práctica
diaria, nos hemos dado cuenta que en gran parte de la población de nuestro
país, no ocurre y estamos en niveles por debajo de los adecuados.
Si
pensamos en ello, nos parecerá imposible. A pesar de los problemas económicos,
somos un país desarrollado con unas posibilidades alimentarias adecuadas. A
ello sumamos que tenemos en casi todo el territorio más horas de sol que la
mayoría de países más al norte. Pero es así, con más sol, con mejores
posibilidades alimentarias, estamos peor que hace décadas.
Las
causas fundamentales son dos.
La
primera es que la ingesta de alimentos ricos en vitamina D ha descendido porque
estos son alimentos grasos y la grasa se está eliminando de manera inadecuada
de nuestra dieta; los pescados ricos en grasa se comen menos (en general
comemos menos pescado que antes), no digamos de los huevos o los lácteos con su
grasa (ni quesos curados, ni leches o yogures y leches fermentadas enteras)
pues “todo engorda” y “hay que luchar
contra el sobrepeso”.
La
segunda es que “el sol es malo”, causa cánceres de piel y se debe evitar y, si
no lo es, no nos exponemos a él porque salimos de noche a trabajar y volvemos a
casa también de noche o, si no lo hacemos, viajamos en coches, autobuses,
metro, trenes, donde no nos exponemos a él y, para remate, si practicamos
ejercicio físico o deporte lo hacemos a cubierto en gimnasios o muy tapados. Y
sin sol, no se activa esta vitamina y no ejerce correctamente su función.
Si
queremos mantener nuestros huesos en buenas condiciones, tener un sistema
inmune adecuado, que los músculos nos respondan adecuadamente y que nuestro
estado de ánimo sea el adecuado, tenemos que hacer lo que ya todos sabemos,
tener unos hábitos de vida saludables con una alimentación equilibrada y
variada, incluyendo alimentos con grasa también, en la que hagamos ejercicio
físico, aunque sea pasear que es quizá el mejor de todos, y hacer una vida al
aire libre. No hace falta estar al sol horas, vuelta y vuelta, sino expuestos a
los rayos solares directos o reflejados, en horas de radiación baja y con
partes suficientes de piel expuestas, no solo un poco de la cara.
El
comer quesos curados, leche entera, huevos, sardinas y boquerones, es más que
beneficioso, es necesario para mantenernos sanos.