LA COCINA DE ENTRETIEMPO
Como los hombres somos
“animales de costumbres”, los cambios de estación nos causan problemas de
adaptación en nuestra vida, no sólo por el cambio de temperatura, de ropa
(guardar la de invierno y sacar la de verano), de ritmos biológicos, sino
también por la forma de alimentarnos.
Todo proceso de cambio, si es previsible,
cosa que parece ser así con el paso de un clima a otro, se puede planificar y
además hacerlo de forma pausada y progresiva, aunque los cambios de tiempo en un
clima continental, como es nuestro caso, son en general bastante rápidos, sin
casi Primavera u Otoño. A ello podemos sumar en muchos casos el que los
horarios de trabajo y escolares también varían de una semana para otra.
A pesar de todo ello, el cambio en la
alimentación es posible y deseable, además de planificable.
En estos próximos meses y ya alguno de
los pasados, los alimentos de temporada han cambiado, tanto en lo que se
refiere a frutas y hortalizas, como a pescados y, en menor medida, a carnes. Las legumbres, pastas, arroces y
derivados lácteos no cambian, pero sí la apetencia por ellos y por su forma de
cocinarlos.
Las frutas y hortalizas no sólo son más
variadas en esta época, sino que las podemos consumir frescas de cultivo
convencional en vez de cultivos intensivos, en invernaderos, hidropónicos, … .
Esto se une a que las mejores temperaturas y más horas de sol nos llevan a hacer
más ejercicio y así nuestro apetito nos
induce a consumir más y por lo tanto también
compraremos más. El peligro está en que el aumento de temperaturas y su
mayor duración al comprarlos en mayor cantidad, pueden llevarnos a que se
estropeen con mayor rapidez si no planificamos las cantidades a comprar, el
sitio para conservarlos y la manera de cocinarlo.
Las neveras, al utilizarse más alimentos
perecederos, hacer más calor en el ambiente y abrirse más veces para depositar
y coger productos fríos, ganan temperatura con más facilidad, por lo que hay
que estar atentos a su uso racional y aumentar la potencia de enfriamiento por
encima de la que mantenemos en invierno.
La compra, tanto si la hacemos a pie como
en automóvil, estará sometida a más calor, por lo que es un buen momento para
utilizar recipientes isotermos y procurar no tardar mucho en volver a casa para
almacenar adecuadamente los alimentos, debiendo tener especial cuidado con los
congelados, los huevos, las semiconservas y todo aquel producto que precise
refrigeración para su conservación.
Si tenemos alimentos en encimeras o
verduleros, es muy importante que nos fijemos en que el sol varía de posición
frente al Invierno, pudiendo sus rayos llegar directamente a ellos o bien
elevar las temperaturas por encima de las de la calle, en las cocinas y
terrazas-tendederos.
Es en estos momentos donde la conservación
de cocinados en forma de congelados se hace muy útil pues, además, nos
disminuye los tiempos previos a las comidas para preparar los platos, si hemos
cocinado y congelado por raciones, y nos hemos acordado de descongelar en
frigorífico, al aire libre o con hornos.
Los
fiambres y embutidos, siendo una perfecta solución para comer bien todo el año,
se convierten en alimentos más importantes en estas fechas, bien como elemento
principal de algún plato, bien como aperitivos o platos fríos, bien en aquellas combinaciones que
tanto apetecen como son ensaladas con pastas, arroces, verduras y frutas. Es en
estos tiempos, en los que salimos mas por las tardes y fines de semana a
parques, jardines, montes, playa o pueblos, cuando es muy frecuente y útil el
llevarnos embutidos y fiambres o latas de conserva (sardinas, sardinillas,
bonito, melva o atún, patés, tortillas, queso, etc) con pan en bocadillo o no,
al igual que tomarnos un tomate rojo, maduro y aromatizado porque es de secano,
con una pizca de sal, convirtiéndose esos momentos al aire libre en algo
placentero, tranquilo y deseable.
Como
estamos en una época de entretiempo, no debemos olvidar los platos de cuchara
pues todavía hace fresco o frio por las noches y al hacer mucho mas ejercicio
necesitamos más calorías para mantener la temperatura corporal y la energía
necesaria para movernos más.
En
estos tiempos nos debemos cuidar mucho de dos cosas, el que los rayos solares
nos pueden quemar la piel sin darnos mucha cuenta (todavía no pensamos en que
nos exponemos más tiempo al sol) y de que perdemos más agua por transpiración y
sudor al aumentar las temperaturas medias y, sobre todo, en las horas centrales
del día. Por ello, además de usar cremas
protectoras solares, el aumentar la ingesta de bebidas y de frutas y verduras
ricas en vitaminas y minerales se convierte en algo casi imprescindible para
disfrutar y prepararnos para el estío.
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