jueves, 26 de marzo de 2015


LA COCINA DE  ENTRETIEMPO



            Como los hombres somos “animales de costumbres”, los cambios de estación nos causan problemas de adaptación en nuestra vida, no sólo por el cambio de temperatura, de ropa (guardar la de invierno y sacar la de verano), de ritmos biológicos, sino también por la forma de alimentarnos.

       Todo proceso de cambio, si es previsible, cosa que parece ser así con el paso de un clima a otro, se puede planificar y además hacerlo de forma pausada y progresiva, aunque los cambios de tiempo en un clima continental, como es nuestro caso, son en general bastante rápidos, sin casi Primavera u Otoño. A ello podemos sumar en muchos casos el que los horarios de trabajo y escolares también varían de una semana para otra.

       A pesar de todo ello, el cambio en la alimentación es posible y deseable, además de planificable.

       En estos próximos meses y ya alguno de los pasados, los alimentos de temporada han cambiado, tanto en lo que se refiere a frutas y hortalizas, como a pescados y, en menor medida,  a carnes. Las legumbres, pastas, arroces y derivados lácteos no cambian, pero sí la apetencia por ellos y por su forma de cocinarlos.

       Las frutas y hortalizas no sólo son más variadas en esta época, sino que las podemos consumir frescas de cultivo convencional en vez de cultivos intensivos, en invernaderos, hidropónicos, … . Esto se une a que las mejores temperaturas y más horas de sol nos llevan a hacer más ejercicio y así  nuestro apetito nos induce a consumir más y por lo tanto también  compraremos más. El peligro está en que el aumento de temperaturas y su mayor duración al comprarlos en mayor cantidad, pueden llevarnos a que se estropeen con mayor rapidez si no planificamos las cantidades a comprar, el sitio para conservarlos y la manera de cocinarlo.
      
       Las neveras, al utilizarse más alimentos perecederos, hacer más calor en el ambiente y abrirse más veces para depositar y coger productos fríos, ganan temperatura con más facilidad, por lo que hay que estar atentos a su uso racional y aumentar la potencia de enfriamiento por encima de la que mantenemos en invierno.

       La compra, tanto si la hacemos a pie como en automóvil, estará sometida a más calor, por lo que es un buen momento para utilizar recipientes isotermos y procurar no tardar mucho en volver a casa para almacenar adecuadamente los alimentos, debiendo tener especial cuidado con los congelados, los huevos, las semiconservas y todo aquel producto que precise refrigeración para su conservación.

       Si tenemos alimentos en encimeras o verduleros, es muy importante que nos fijemos en que el sol varía de posición frente al Invierno, pudiendo sus rayos llegar directamente a ellos o bien elevar las temperaturas por encima de las de la calle, en las cocinas y terrazas-tendederos.

       Es en estos momentos donde la conservación de cocinados en forma de congelados se hace muy útil pues, además, nos disminuye los tiempos previos a las comidas para preparar los platos, si hemos cocinado y congelado por raciones, y nos hemos acordado de descongelar en frigorífico, al aire libre o con hornos.

       Los fiambres y embutidos, siendo una perfecta solución para comer bien todo el año, se convierten en alimentos más importantes en estas fechas, bien como elemento principal de algún plato, bien como aperitivos o platos  fríos, bien en aquellas combinaciones que tanto apetecen como son ensaladas con pastas, arroces, verduras y frutas. Es en estos tiempos, en los que salimos mas por las tardes y fines de semana a parques, jardines, montes, playa o pueblos, cuando es muy frecuente y útil el llevarnos embutidos y fiambres o latas de conserva (sardinas, sardinillas, bonito, melva o atún, patés, tortillas, queso, etc) con pan en bocadillo o no, al igual que tomarnos un tomate rojo, maduro y aromatizado porque es de secano, con una pizca de sal, convirtiéndose esos momentos al aire libre en algo placentero, tranquilo y deseable.

       Como estamos en una época de entretiempo, no debemos olvidar los platos de cuchara pues todavía hace fresco o frio por las noches y al hacer mucho mas ejercicio necesitamos más calorías para mantener la temperatura corporal y la energía necesaria para movernos más.

       En estos tiempos nos debemos cuidar mucho de dos cosas, el que los rayos solares nos pueden quemar la piel sin darnos mucha cuenta (todavía no pensamos en que nos exponemos más tiempo al sol) y de que perdemos más agua por transpiración y sudor al aumentar las temperaturas medias y, sobre todo, en las horas centrales del día. Por ello, además  de usar cremas protectoras solares, el aumentar la ingesta de bebidas y de frutas y verduras ricas en vitaminas y minerales se convierte en algo casi imprescindible para disfrutar y prepararnos para el estío.

            

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