OPERACIÓN BIKINI
Ya solo quedan dos meses y
medio para poder lucir nuestros cuerpos en la playa, la piscina o la sierra.
Son para algunos dos de los meses más agobiantes del año pues, tras casi nueve
meses de descuidar nuestro cuerpo, queremos conseguir un cuerpo 10 en ocho a
diez semanas. Menos peso, menos volumen, menos talla, mejores formas, un
delicioso color de piel y un tono muscular de deportista.
Todo esto es imposible o lo
es en casi todos los casos, sin dañarnos física y mentalmente. Para poder estar
estupendos física y mentalmente (esto último debería ser lo primordial),
tenemos que planificarnos a medio o largo plazo, cambiando nuestros malos hábitos
de vida en saludables hábitos de vida y, si no es posible estar preparados para
este Verano, cambiar nuestros esquemas mentales y hábitos nutricionales y de ejercicios
de cara al verano del año que viene.
Si para un deportista
profesional la pretemporada, tras 3 a 5 semanas de descanso, es en ocasiones un
suplicio que debe planificarse y asumir dolores por agujetas, tirones y
ampollas en los pies, para una persona que no suele hacer ejercicio físico de
manera habitual, ni siquiera deporte, esta pretemporada deberá ser mucho más
larga, cuidadosa y con ejercicios progresivamente más intensos y corregidos
tras los cambios que suponen al organismo la ganancia de músculo, el cambio en
la estructura del cuerpo, del centro de gravedad y de la actividad.
En cuanto a la dieta, el
cambio de temporada ya es bastante para nuestro cuerpo, como para querer
cambiar nuestros hábitos de comida a los de un eremita en su cueva, única y
dañina forma de perder un montón de kilos de peso (sobre todo grasa) y poder
hacer ejercicio físico.
El peso, si es que lo
queremos perder, debe controlarse con una dieta equilibrada y adecuada al
cambio climático, al aumento de ejercicio físico que vamos a realizar y, sobre
todo, a conseguir un aprendizaje que nos permita seguir en buen estado nutricional
durante mucho mucho tiempo y no que nos lleve a ganar todo lo perdido, en kilos
y grasa, y algo mas antes de que llegue el Otoño.
Lo ideal es iniciar
progresiva y lentamente el ejercicio físico, pasando de nuestra vida ajetreada
pero inactiva a una actividad pautada, diaria y no inferior a una hora seguida,
ganando poco a poco en intensidad e introduciendo nuevos ejercicios que nos
fortalezcan y formen nuestro cuerpo.
Al mismo tiempo es necesario
el ir cambiando los hábitos dietéticos por varios motivos. Aumentarán las
necesidades calóricas totales por el ejercicio. El consumo de agua, sales
minerales y vitaminas también se eleva al estar más tiempo al aire libre y
consumir más por desgaste y por el aumento de temperaturas. Como se hace más
trabajo físico y debemos ir aprendiendo y aprehendiendo hábitos de alimentación
mejores, es necesario pasar a hacer las cuatro, cinco o seis comidas diarias
necesarias, en función de las horas de vigilia que tengamos, nuestros horarios
laborales y de ocio familiar e individual.
En muchas ocasiones, aunque
queramos y debamos perder peso, no serán las dietas muy restrictivas la
solución pues un defecto en la hidratación, en la carga calórica, en la
cantidad de nutrientes como hidratos de carbono y grasas o el aumento sin
medida del consumo de proteínas, vitaminas y minerales, solo nos llevará a estar
deshidratados, no tener energía suficiente para realizar el ejercicio que
vayamos a practicar, tendiendo al agotamiento precoz o al efecto de rebote de tener más hambre y
comer más, a la par que estaremos sobrecargando nuestro organismo con músculos
trabajando con falta de nutrientes, piel sin protección térmica para mantener
la temperatura interna al bañarnos pues habremos perdido la capa grasa de
protección, y órganos sobrecargados en sus funciones metabólicas y de excreción
de sustancias nocivas por exceso, como le pasará a nuestro hígado y nuestros
riñones.
Además, en esta “operación
bikini”, por mucho que nos pongamos hasta arriba de vitaminas, el sol y su
radiación nos dañarán si no adoptamos medidas de protección como exposiciones
cortas, a horas menos dañinas y progresivamente más duraderas, estando bien
hidratados y con cremas protectoras solares aplicadas al menos veinte a treinta
minutos antes de la exposición solar.
Si estos cambios los hacemos
poco a poco, los interiorizamos y automatizamos a lo largo de los meses, el año
que viene y los que vengan detrás de él no solo no precisarán de operaciones
bikini sino que tampoco necesitarán de operación Navidad y Fin de Año, boda, bautizo,
etc y nos permitirán disfrutar de nuestro cuerpo (el nuestro y no el de
modelos, actrices ni actores idealizados por el cine y el photo-shop) en todos
los momentos, con mayor y mejor intensidad y rendimiento, en la vida laboral y
, sobre todo, en la privada.
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