AGUA
El agua
es una parte importantísima e imprescindible a tener en cuenta en cualquier
dieta, desde la dieta normal de una persona sana y de diferentes edades hasta las
diseñadas para enfermos de todo tipo.
La
“diferencia” de nuestro planeta con el resto de los del sistema solar, y con la
gran mayoría de los demás de otros sistemas estelares, es el agua. Esta
presencia, como agua líquida y componente de nuestra atmósfera, es la causa de
que la vida, tal como la conocemos en nuestro planeta, haya podido
desarrollarse y, aún más, lo haya hecho de la manera en que la podemos ver.
El agua es parte fundamental de todos
los organismos vivos en mayor o menor proporción. En el hombre oscila desde más
del noventa por ciento de su peso al nacer, hasta un setenta y cinco u ochenta
por ciento en la vejez.
Es el elemento facilitador de los
procesos metabólicos del cuerpo humano e imprescindible en muchas reacciones
químicas; además es soporte de todas las estructuras dando volumen a células y
tejidos; es el medio en que se transportan nutrientes y desechos; ayuda a la
regulación térmica; permite la disolución de sustancias o bien impide su paso a
otras; ayuda, por su contenido en solutos a mantener situaciones con gradientes
eléctricos en el organismo; confiere elasticidad mayor o menor a los tejidos,
etc.
Ha sido en estos últimos años en los
que, a través de estudios serios, se han comprobado los efectos saludables que
una ingestión correcta, en cantidad, de agua producen en el organismo. Por
ejemplo, la disminución de la incidencia de cáncer de vejiga, ocurre en
personas en que la toma de líquidos es la adecuada.
Los líquidos, por mejor decir, el agua,
se considera como un nutriente esencial para el ser humano, mejora el volumen
de sangre circulante, la fluidez de todas las secreciones glandulares, las
funciones renales, hepáticas, digestivas, respiratorias, etc., aumenta la
turgencia de la piel, disminuyendo así su envejecimiento, mejora la capacidad y
velocidad en la excreción (expulsión) de tóxicos del organismo, etc., etc, etc.
Evitando situaciones extremas,
patológicas, en la ingestión de líquidos, es un elemento que no sólo no es
nocivo sino que es necesario, beneficioso y esencial por sí mismo y por lo que aúna
tanto en forma de agua como por su contenido en solutos, bien sean minerales
como vitaminas.
El agua debemos tomarla como bebida
habitual a lo largo del día pero, además como una parte importantísima de
productos, por ejemplo los lácteos, las verduras, las frutas, las infusiones,
las salsas, los caldos, las sopas y los zumos. Hay situaciones en las que bien
por gusto, bien por intolerancia digestiva o bien por dificultad en la
deglución (al tragar) que podemos beber agua con sabor por rodajas o pequeñas
cantidades de ciertas frutas, sobre todo cítricos como el limón, la lima o la
naranja, o podemos tomarla con espesantes o en forma de gelatinas si tragamos
con dificultad.
Las pérdidas de agua corporal no solo
son las que tenemos por orina o sudo, sino que también se producen con las
heces, la respiración, el sudor y la transpiración; es por esto último por lo
que cuando aumenta la temperatura ambiente (verano, clima tropical o desértico)
debemos incrementar el consumo de agua de la dieta e intentar disminuir las
pérdidas protegiéndonos del calor y la luz solar, como haría un tuareg en el
desierto del Sahara o un habitante del Valle de la Muerte.
Especial cuidado se debe tener con
niños pequeños y ancianos que o no pueden pedir líquidos con claridad o no
controlan la sed ni la pérdida de agua por la piel. Es a ellos a los que
debemos darles de beber con frecuencia y ofrecerles una dieta muy rica en
frutas y verduras.
El agua es vida y que por ello no hay que
olvidarla en nuestra vida habitual de prisas.
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