VERANO
COMO NO HACERLO
Nos
pasamos casi todo el invierno pensando que deberíamos perder el peso que hemos
ganado. Llega la primavera y hacemos un esfuerzo titánico de organización y
convencimiento, cambiamos nuestros hábitos de comida y de ejercicio y, al fin,
conseguimos perder peso y estilizar la figura, ganando agilidad, resistencia y
fuerza. Pero … ya estamos en verano.
Ahora es el momento de disfrutar de las
ganancias de tantos meses de autosugestión seguidos de esfuerzo y es ahora
cuando … la fastidiamos.
El verano es un buen momento para
completar nuestra forma física, estabilizar el peso e incluso perder ese poco
que todavía nos faltaba, todo ello facilitado por las horas de luz, las buenas
temperaturas (a veces no tan buenas por un calor excesivo) y los excelentes
alimentos de temporada que nos permiten, y nuestro cuerpo pide, comer más
frutas de todo tipo, verduras y hortalizas en ensaladas y sopas y cremas frías
(gazpacho, crema fría de puerros, legumbres en ensalada, etc), todo ello con el
complemento de la familia y los amigos, la playa o la piscina, los parques o el
monte.
Y es en ese momento en el que pensamos,
“después de todo este esfuerzo ¿por qué no?. ¿por qué no las cervezas? ¿por qué
no los aperitivos? ¿por qué no las comilonas? ¿por qué no …. todo de todo si me
lo he ganado?. Total, en unas pocas semanas nos embutimos el abrigo y ya
estamos camuflados.
Algún aperitivo, alguna cerveza, el
comer con la familia y los amigos, ES BUENO. Lo malo es hacerlo en exceso y
todos los días, lo malo es forzar esos primeros días a nuestro organismo a
comer y beber de una manera a la que ya no estaba acostumbrado y que nos hace
sentir mal esos primeros días de vacaciones, y no mentalmente sino físicamente,
con sensación de plenitud constante y malas digestiones.
Si los buenos hábitos adquiridos con
esfuerzo a lo largo de meses se mantienen, con esos extras que no son malos si
solo son extras, y se complementan con pequeños trucos como pasear o hacer un
poquito más de ejercicio o reducir la comida si hemos hecho un buen aperitivo,
nos mantendremos bien todo el verano y llegará el otoño sin mala conciencia y
sobre todo con la buena forma previa al verano.
En personas jóvenes y sanas, los
excesos tienen menos consecuencias, pero en adultos con problemas y más con
enfermedades, el cargarnos de un plumazo todo lo hecho durante meses es, como
poco una gran tontería.
Un diabético que ha controlado el peso,
las glucemias, las grasas en sangre y que hace ejercicio de forma habitual,
puede divertirse en verano y disfrutar de la compañía de su gente, pero el
desmadrarse solo le va a llevar a tener problemas a medio y corto plazo, si no a largo plazo. El tener que reiniciar una
buena dieta, el hábito del ejercicio, cambiar medicaciones hasta controlarse
para luego reducirla si es posible por el buen control, es cosa de meses y,
como siempre, tenemos a la vuelta de la esquina fiestas y festejos en otoño y
“las navidades” un poco más tarde.
Pero esto no pasa solo con pacientes
con problemas como la diabetes, sino que es igual con los que tienen la tensión
arterial elevada, el ácido úrico alto o gota, problemas con las grasas en
sangre, dolores en las articulaciones de los miembros inferiores que empeoran
con el sobrepeso, etc, etc, etc.
Disfrutar del verano no está reñido con
hacer las cosas lo mejor posible y nos permite una entrada al invierno en las
mejores condiciones posibles.
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