VITAMINA C Y EL INVIERNO
El
hablar de la vitamina C en invierno puede parecer algo raro, pues es una de las
vitaminas que mas se consumen a lo largo de todo el año, pero es en estos
momentos en los que, en el país de los cítricos, tenemos mas a mano y de la
manera mas deliciosa una fuente rica en ella y rica al paladar, como son las
naranjas y las mandarinas.
Esta
vitamina, fue la solución de dos situaciones muy importantes en el curso de la
vida del ser humano en Occidente. El medio de conseguir realizar viajes de
larga duración en barco, sin escalas, y
evitar una mortalidad elevadísima en las prisiones de muchos países, ambos
casos por impedirse la aparición del escorbuto. Esta enfermedad era una epidemia
tanto en los barcos como en las cárceles
por el poco tiempo de conservación de muchos alimentos en el primer caso y por
la mala alimentación en el segundo, y en
ambos casos se resolvió con dos fuentes de dicha vitamina que estaban muy
cercanas, baratas y fáciles de comer, como son las naranjas y las patatas.
La
vitamina C, como todas las demás vitaminas, es imprescindible para la vida. De
ella dependen unos muchísimos procesos bioquímicos de las células y los tejidos
humanos, como el crecimiento del pelo, la formación de sangre, el desarrollo
óseo adecuado, etc.
Es,
ahora que se habla tanto del envejecimiento y de la contaminación, que causan
la oxidación de los tejidos, el antioxidante por excelencia. Un fumador
necesita, para paliar en parte los efectos del tabaco, al menos triplicar la cantidad
de vitamina C ingerida al día.
En
la parte contraria está el crecimiento. Un adolescente, un niño en fase rápida
de crecimiento, un lactante, necesitan también ingerir mas que una persona
normal.
Favorece
que se absorba el hierro que tomamos con la dieta, por lo que recomendamos
tomar alimentos ricos en ella cuando se coman otros ricos en hierro o éste como
aporte farmacológico.
Las
mejores fuentes de esta vitamina son los cítricos (naranjas, mandarinas,
limones, pomelos), pero también la patata, tomate, brécol o repollo y otros alimentos que nos resultan más
lejanos como el kiwi.
Su
asimilación es mucho mayor en porcentaje si se toma como alimento que como
suplemento medicamentoso, estando esto último reservado para estados
carenciales importantes, solo por indicación médica, siendo casos muy raros
como el que ocurre en grandes malnutriciones de escasos ancianos y otras
enfermedades.
Se
ha difundido que evita la aparición de infecciones, pero lo que se ha
demostrado es que 1 gramo
diario de vitamina C solo aminora los síntomas catarrales y su duración, no
debiendo tomarse si se tienen antecedentes de cálculos renales.
En
general, el consumo habitual de vitamina C lo conseguimos con nuestra dieta
diaria, con ese zumo de naranja natural que tomamos por las mañanas, con otras
piezas de fruta a lo largo del día y con las patatas y otras verduras.
Respecto
al zumo de naranja, solo hay que tener unas precauciones, pues la vitamina C se
desnaturaliza con la luz , el calor y el contacto con el aire; si lo preparamos
con antelación, es preciso dejarlo en un envase inerte, tipo cristal, tapado y
en la nevera a oscuras, para conservar todas las vitaminas. Si esto no es
posible, la industria nos ofrece zumos envasados de muy buena calidad, siempre
que compremos marcas de calidad contrastada.
Para
finalizar, haremos referencia a una propiedad especial de la mejor fuente de
vitamina C que tenemos. Esta es que si consumimos naranjas, comiéndonos ese
tegumento blanco que hay entre la piel y los gajos, además de ingerir más fibra
y combatir el estreñimiento, los varones verán disminuido el riesgo de padecer
cáncer de próstata, gracias a unas sustancias contenidas en ellas.
Y
un “truco”, si queremos aumentar la absorción de hierro de las lentejas,
cualquier bivalvo o las espinacas no hay mas que ponerles un “toque” de buen
vinagre (Ácd. Acético).
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