ALIMENTACION FAMILIAR
Uno de
los grandes problemas que se plantean todas aquellas personas que se encargan y
preocupan de la comida de la familia, es si con una sola comida será suficiente
para todos sus miembros, niños, ancianos, adolescentes, adultos, con la tensión
alta, embarazada, deportistas, sedentarios, de estómagos delicados y de paladar
exquisito.
La
solución al problema es un SI muy grande, unido a una gran dosis de sentido
común apoyado en lo que aprendimos en nuestros años previos y en la intuición,
que normalmente se basa en percepciones inconscientes y no en decisiones
caprichosas.
Lo
primero sería conseguir que comiésemos todos los miembros de la familia al
tiempo el mayor número de veces posibles.
Excepto
en aquellos en que un alimento produzca alergia o una intolerancia (no que no
nos guste), todos podemos y debemos comer de todo y de todas las formas de
cocinado posible, teniendo en cuenta que cada uno precisamos cantidades
diferentes de calorías y principios inmediatos.
En
épocas de crecimiento o de mucha actividad física por trabajo o deporte, habrá
que aumentar la cantidad de Hidratos de Carbono y Proteinas, como patatas,
pasta, pan, carne, pescado, leche, etc. Si el primer plato son unas patatas a
lo pobre, los adolescentes de la casa y el padre que trabaja en una obra
levantando peso, aumentarán sus raciones un poco.
Si los
abuelos tienen la tensión alta y uno es diabético, comerán menos patatas pero
aumentarán la cantidad de ensalada, que los demás también comerán, aliñada con
hierbas (orégano, tomillo,albahaca,etc), aceite de oliva y, si quieren, con
vinagre o limón.
La
fruta de postre para todos, la que se pueda con piel, salvo si tenemos
problemas de dentadura y no podemos masticar bien. Para los niños es muy importante
que coman fruta por sus vitaminas, la energía que aporta, la fibra y, además,
porque se acostumbran a masticar y mejoran la inserción de los dientes en las
encías.
La
carne, el pescado y los huevos son para todos. Aportan proteinas. Si se tiene el
colesterol alto, habrá que reducir, pero no anular, huevos y carnes. Si se hace
deporte sería conveniente aumentar la cantidad.
Si la
leche nos sienta mal, muy normal en ancianos, cambiamos a derivados fermentados
(yogures) y quesos.
En una
cena de época fría, un caldo al que cada uno añade la sal en función de sus
gustos y problemas, un poco de fiambre o un huevo, ensalada y una pieza de
fruta, es útil para toda la familia. El que esté algo pasado de peso podrá
tomar el huevo en tortilla para no mojar pan y algo más de verdura; el que ha
hecho deporte esa tarde se tomará dos tazas de caldo para recuperar iones y dos
huevos para formar músculo, sin perdonar la ensalada ni la fruta; el niño que
está dando el estirón cenará con un vaso de leche además del agua; y los
abuelos y los padres podrán tomar una copa de vino de buena calidad que es
bueno en esa cantidad para su sistema circulatorio.
Si a
todo ello añadimos que estamos toda la familia junta para comer y que todos
ayudamos a preparar la mesa y algo de la comida, estaremos mejor alimentados,
mejor nutridos y más felices.
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