APROVECHAR LOS ALIMENTOS
Quien
más quien menos, todos hemos oído en nuestra casa en alguna ocasión aquello de
“hoy comemos feria de restos”. Esta expresión es menos frecuente con el paso de
los tiempos, pues cada vez se cocina menos y, al mismo tiempo, vivimos en la
sociedad de la opulencia donde lo que sobra se tira en vez de aprovecharse.
El
reutilizar los alimentos que sobran de una comida para otra, no solo es una
medida de ahorro o de evitar el despilfarro, sino, también, una manera de
mejorar nuestra alimentación y hacerla, al contrario de lo que se pueda pensar,
más variada y divertida.
De
un cocido se pueden conseguir al mismo tiempo varios platos. Unas ricas
croquetas con el pollo o la gallina o el jamón;
ropa vieja con el morcillo; un pudding con los garbanzos y la patata;
una sopa cortada o de boda con el caldo o sopa de fideos. En estos cuatro
posibles platos con los que aprovechamos los restos de un plato tan conocido y
popular como el cocido, no solo cambiamos el sabor de los alimentos sino
también su presentación y su composición nutricional. Ganamos en variedad de
sabores y tipos de platos y también en contenido nutricional.
A
las croquetas se les añade la harina y la leche para hacer la pasta; hay quien
les pone huevo; en cuanto al sabor, con una pizca de nuez moscada varía por
completo.
La
ropa vieja se hace con tomate natural o frito y se le puede añadir cebolla y
otros restos de carnes de otras comidas.
El
pudding, al que se puede o no, añadir un espesante como cola de pescado u otra
gelatina (que son muy ricas en proteínas), se añade a veces huevo para cuajar
en horno o al baño maría y se sirve con salsas de tomate o mahonesa que tanto
gustan a los niños.
La
sopa, con trozos de chorizo, jamón, huevo cocido y pan frito, se convierte casi
en un plato único.
Del
mismo modo, utilizando el saber popular o nuestra imaginación, se consiguen de
un potaje de cuaresma unos garbanzos fritos, una tortilla de espinacas o unas
excelentes croquetas de bacalao para cenar esa misma noche o como comida del
día siguiente.
De
los desechos del pescado, y de la carne aunque sea menos frecuente, se
consiguen unos caldos maravillosos en sabor y contenido nutricional (iones,
vitaminas y proteínas), que nos serán útiles en la realización de otras salsas
y ricas sopas.
En
la mayoría de restaurantes, aquello que no se ha utilizado y que no se ha servido
(nunca se usa nada que haya salido de la cocina en un plato, por razones de
salubridad) no se tira, se reutiliza para nuevos platos, mejorar el sabor de
otros o su contenido nutricional. Si esto es así, ¿por qué no hacerlo en
nuestra casa?.
Unas
patatas, el arroz o la pasta, siempre van bien con fiambres, carnes o pescados.
Se pueden elaborar un poco, como hacer purés o budines, o servirlos tal cual
como guarnición del alimento principal, en este momento, que es el proteico, y
añadir alguna verdura o fruta que lo enriquece todavía más y le da colorido y
sabor (tomates, zanahorias, piña, etc.).
Aunque
no tengamos una gran necesidad económica, el aprovechar los alimentos al máximo
es bueno para nuestra nutrición, para hacer más divertida la alimentación y
para estimular nuestra imaginación y hacer cosas en casa con nuestra gente.
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