FESTEJAR CON SALUD
Excepto
en algunos grupos sociales con determinadas características religiosas, en la
mayoría de sociedades las festividades se celebran, si no en su totalidad sí en
gran parte, alrededor de una buena mesa.
La
comida es una de las necesidades básicas del ser humano y en estos momentos, a
pesar del discurrir de los siglos sigue sin ser suficiente en muchas partes del
mundo. Esto ha llevado a que en los momentos importantes de nuestra vida, en
los que celebramos algo y nos reunimos con amigos y familia con los que no lo
hacemos habitualmente, intentemos que las viandas sean de buena calidad, estén
bien presentadas, gusten a todos los comensales y, sobre todo, sean suficientes
para saciar a un náufrago cualquiera.
La
consecuencia de lo anterior, en nuestro caso, es que la celebración familiar
más esperada e importante del año, como es la Navidad se convierta en un
“festín” de comida y bebida que parece totalmente opuesta al concepto, tan
necesario en nuestra sociedad, de comer de forma que preservemos nuestra salud.
Pues,
aunque parezca imposible, podemos seguir disfrutando de las fiestas y de las
comidas y conservar la salud. Para ello solo nos hace falta seguir unos pocos
consejos que a todos se nos podrían ocurrir casi instintivamente.
En
la mayoría de casos tendemos a comer con un exceso de proteínas que se agrava
al ser los productos como marisco, carnes y pescados los más apreciados y
“preciosos” (caros). En estos casos solo hay que utilizar un pequeño truco en
su presentación, que no solo los hace más atractivos a la vista sino
nutricionalmente mejores, como es acompañarlos de una guarnición variada y
abundante. Así conseguimos varias cosas a la vez; el plato, con más color, es
más atractivo a la vista; ofrecemos diversas verduras para diferentes gustos;
el aporte de vitaminas, minerales y fibra es mayor; nos podemos saciar antes
sin pasarnos de ingesta calórica; y, por último, mejoramos la digestión y el
paso del alimento por el tubo digestivo.
En
muchos casos tendemos a acabar las comidas siempre con dulces y sin frutas.
Aunque queramos conservar los turrones, mazapanes, etc., podemos equilibrar la
comida con una macedonia, pastel o pudin de frutas, que se podría acompañar de
helado. Este tipo de postres son fáciles de cocinar, muy sabrosos, ligeros, con
capacidad de saciar, ricos en fibra y vitaminas y sin demasiadas calorías.
El
alcohol es otro de los problemas que nos podemos encontrar. Se tiende a beber
mucho más de lo habitual y de bebidas de alta graduación. Es preferible tomar bebidas
de buena calidad en poca cantidad que malas y abundantes. Hay alternativas para
aquellos que no deben tomar alcohol, como son los refrescos, mosto, batidos,
gaseosa, zumos, etc., sin olvidarnos del agua. Por ejemplo se puede hacer
sorbete de limón o de naranja sin alcohol y brindar con burbujas sin cava.
Los
purés, lombarda, escarola, cremas, sopas ilustradas, espárragos, pastas de
queso servida con zanahoria y endivias, etc., etc., etc., son otras de las
muchas posibilidades que nos permitan disfrutar de unas estupendas
celebraciones donde la comida y la bebida son importantes, pero la
compañía y la salud lo son más.
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