martes, 2 de febrero de 2016


NUESTRA COCINA 

        
En “un mundo globalizado”, es bueno reaprender lo que ha sido, aunque siempre miremos al futuro.
La cocina propia, la de siempre, en cualquier parte del mundo, no solo es una parte imprescindible del patrimonio cultural de los habitantes de cada zona geográfica sino, también, una de las razones y de las consecuencias por las que el ser humano es como es y lo es en cada lugar. Es por esto que “Nuestra cocina”, seamos japoneses, chinos, malayos, samoanos, islandeses, irlandeses, patagones o cualesquiera otros ciudadanos del mundo es algo a apreciar y a proteger.
Las diferentes formas de cocinado, los diversos alimentos, las variadas formas de comérnoslos, son el resultado del clima, las condiciones geográficas, el desarrollo de las técnicas agrícolas y ganaderas, el impulso de las ciencias y la industria aplicadas a la alimentación a lo largo de miles de años o, como es el caso de algunas técnicas industriales, de unas pocas décadas.
Aunque hoy día la tendencia es a la exportación-importación de hábitos alimentarios, salvo cambios profundos, la cocina tradicional debe seguir siendo el eje sobre el que se apoye y gire nuestra forma de comer.
El utilizar los productos de temporada, cultivados o criados en nuestra cercanía, no solo nos permite comer alimentos en sazón sino también a buen precio, a la vez que se fomenta el trabajo de nuestras zonas geográficas.
Esto no impide que podamos disfrutar de alimentos de regiones y países lejanos, pero nos obliga a pensar en cómo introducirlos en la dieta habitual para no acabar con problemas nutricionales por exceso o defecto en la ingesta de determinados nutrientes.
Es verdad que probar cosas nuevas es bueno, siempre con mesura y con cabeza. La influencia de la América del Norte nos ha llevado a consumir muchos cárnicos de origen vacuno, abandonando en parte los de origen ovino o caprino, que en muchas zonas de nuestro país son de producción más rentable y beneficiosa para el campo.
Si de pronto dejásemos de consumir nuestros cereales y legumbres con derivados cárnicos o pescados como por ejemplo un buen potaje de cuaresma (esta es la época de aprobar los garbanzos, las espinacas y el bacalao), por consumir quinoa o trigo enano producidos en las regiones andinas o las estepas rusas respectivamente, sería complicado el acoplarlos a nuestra dieta habitual pues no conocemos bien como mezclarlos y además se produciría una subida del precio para consumo, no reflejada en el precio de cara a los productores, que haría que el elemento básico en la dieta fuese casi impagable y por lo tanto no consumible por la población que los produce habitualmente, con múltiples consecuencias económicas y de todo tipo en estas zonas del planeta.

Aunque en este pasado siglo los cambios en los hábitos alimentarios han sido casi constantes, la adaptación a ellos es algo que nos va a costar bastantes más años pues deberemos introducirlos en una alimentación equilibrada y variada y en unos hábitos de vida (ejercicio físico) que también han tenido variaciones importantes, con el fin de evitar la enfermedad y mejorar nuestra calidad de vida, que es lo más importante. 

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