jueves, 20 de febrero de 2014

DULCES, ¿ALIMENTOS, PREMIOS O CAPRICHOS?

Cuando pensamos en los dulces, no en bollería sino en productos de pastelería, caramelos, etc., a muchos de nosotros nos vienen a la cabeza recuerdos de domingos, fiestas, celebraciones, etc., en que íbamos a la pastelería al mediodía a comprar ese postre especial que compartir en la familia. En otros momentos nos acordamos de ese kiosko que estaba al lado de casa o del colegio, donde podíamos comprar los caramelos o cromos o, a veces y con mucha fortuna, las dos cosas a la vez.

         En estos momentos, todo lo que incluimos en el término dulces, supone, sobre todo para los padres y para algunas personas con ciertas enfermedades, o sin ellas, un problema al no saber si son buenos, si se deben comer o no.

         En general, los dulces de pastelería son un alimento y de muy buena calidad. Nos aportan a la dieta calorías y, sobre todo, nutrientes de alta calidad (carbohidratos, proteínas, grasa, vitaminas, minerales) dado que sus elementos de preparación son huevos, azúcar, leche, harina, frutos secos, frutas, etc. Pero, el problema de las calorías, e incluso de personas con intolerancias y alergias, se evitan con sustituciones por edulcorantes artificiales, harinas especiales, etc.

         Por todo ello, es claro que debemos admitir que los dulces de pastelería, hechos en casa, no son sólo unos alimentos sino unos buenos o excelentes alimentos.

         De los otros dulces como caramelos, chicles, piruletas, gelatinas, etc., se puede decir que, de manera más general, aportan sobre todo un intenso sabor dulce o ácido o ambos y energía en forma de hidratos de carbono con saborizantes diversos aunque, en muchos casos, ya existen con edulcorantes artificiales que evitan el aporte calórico.

         A consecuencia de esto, podríamos concluir que más que un alimento importante de la dieta son algo así como un premio o capricho.

         El que digamos que unos y otros tenga mayor o menor importancia en la alimentación, aunque pensemos que era algo obvio, no significa que unos sean buenos y otros malos. Todos tenemos derecho a darnos caprichos, a premiarnos y a darnos un gusto, con unos y con otros. El problema, como con cualquier otro tipo de productos alimentarios es su uso, el momento y las necesidades. 

         Si algo en nuestra alimentación es hábito, puede ser malo por exceso como todo. Hay que buscar la variedad y el equilibrio. Tan malo es comer todos los días pasteles o arroz con leche como cocido o filetes de buey.

         Posiblemente, al ser menos nutritivos, los caramelos y similares, se deban controlar más y dejarlos para momentos especiales.

         Los productos de pastelería sí se pueden y deben incluir en la dieta habitual, pero como el resto de alimentos, con variedad y moderación.

         Aclarar en último lugar dos puntos respecto a ellos. Siempre se debe uno cepillar los dientes después de comerlos, para evitar la aparición de caries, como con otros alimentos pero más con ellos por su riqueza en azúcares. Lo segundo es que en muchos casos, un dulce representa la manifestación de carencias o necesidades, como faltas de calcio, energía, proteínas, estados de ánimo un poco bajos, etc., por lo que los caprichos a veces no lo son tanto.


jueves, 23 de enero de 2014

APROVECHAR LOS ALIMENTOS

APROVECHAR LOS ALIMENTOS 

               
Quien más quien menos, todos hemos oído en nuestra casa en alguna ocasión aquello de “hoy comemos feria de restos”. Esta expresión es menos frecuente con el paso de los tiempos, pues cada vez se cocina menos y, al mismo tiempo, vivimos en la sociedad de la opulencia donde lo que sobra se tira en vez de aprovecharse.
El reutilizar los alimentos que sobran de una comida para otra, no solo es una medida de ahorro o de evitar el despilfarro, sino, también, una manera de mejorar nuestra alimentación y hacerla, al contrario de lo que se pueda pensar, más variada y divertida.
De un cocido se pueden conseguir al mismo tiempo varios platos. Unas ricas croquetas con el pollo o la gallina o el jamón;  ropa vieja con el morcillo; un pudding con los garbanzos y la patata; una sopa cortada o de boda con el caldo o sopa de fideos. En estos cuatro posibles platos con los que aprovechamos los restos de un plato tan conocido y popular como el cocido, no solo cambiamos el sabor de los alimentos sino también su presentación y su composición nutricional. Ganamos en variedad de sabores y tipos de platos y también en contenido nutricional.
A las croquetas se les añade la harina y la leche para hacer la pasta; hay quien les pone huevo; en cuanto al sabor, con una pizca de nuez moscada varía por completo.
La ropa vieja se hace con tomate natural o frito y se le puede añadir cebolla y otros restos de carnes de otras comidas.
El pudding, al que se puede o no, añadir un espesante como cola de pescado u otra gelatina (que son muy ricas en proteínas), se añade a veces huevo para cuajar en horno o al baño maría y se sirve con salsas de tomate o mahonesa que tanto gustan a los niños.
La sopa, con trozos de chorizo, jamón, huevo cocido y pan frito, se convierte casi en un plato único.
Del mismo modo, utilizando el saber popular o nuestra imaginación, se consiguen de un potaje de cuaresma unos garbanzos fritos, una tortilla de espinacas o unas excelentes croquetas de bacalao para cenar esa misma noche o como comida del día siguiente.
De los desechos del pescado, y de la carne aunque sea menos frecuente, se consiguen unos caldos maravillosos en sabor y contenido nutricional (iones, vitaminas y proteínas), que nos serán útiles en la realización de otras salsas y ricas sopas.
En la mayoría de restaurantes, aquello que no se ha utilizado y que no se ha servido (nunca se usa nada que haya salido de la cocina en un plato, por razones de salubridad) no se tira, se reutiliza para nuevos platos, mejorar el sabor de otros o su contenido nutricional. Si esto es así, ¿por qué no hacerlo en nuestra casa?.
Unas patatas, el arroz o la pasta, siempre van bien con fiambres, carnes o pescados. Se pueden elaborar un poco, como hacer purés o budines, o servirlos tal cual como guarnición del alimento principal, en este momento, que es el proteico, y añadir alguna verdura o fruta que lo enriquece todavía más y le da colorido y sabor (tomates, zanahorias, piña, etc.).
Aunque no tengamos una gran necesidad económica, el aprovechar los alimentos al máximo es bueno para nuestra nutrición, para hacer más divertida la alimentación y para estimular nuestra imaginación y hacer cosas en casa con nuestra gente.


domingo, 8 de diciembre de 2013

NAVIDADES PARA TODOS


NAVIDADES PARA TODOS



Ya están aquí, las fiestas que esperamos durante todo el año con nostalgia y que cuando llegan queremos que pasen lo más deprisa posible y con la menor cantidad de estragos posibles, económicos, familiares y, por lo que nos afecta a nosotros, alimenticios.
Las comidas, invitaciones, aperitivos y saraos diversos nos pueden llevar a no disfrutar de la compañía y la familia, que son lo importante, y a tener un cargo de conciencia que aumenta en proporción directa a los gramos o kilos que vamos ganando.
Tenemos que buscar un método para celebrar sin que los anfitriones se pasen trabajando muchas horas y puedan estar con la familia y los amigos, a la par que podamos comer y beber sin tener que ponernos como tocinotes.
Empezando por el principio, por los entrantes o aperitivos, algunas verduras como la zanahoria, el apio, el pepino y las endivias, en corte longitudinal y no muy finas, son el acompañamiento ideal de una crema de queso en la que utilizaremos yogurt desnatado y un queso semigraso para untar, dándole un toque de sabor con cebolla o aceitunas rellenas de anchoa u otro alimento muy triturado y de sabor fuerte para cambiar un poco.
También nos podemos apoyar en unas fuentes de fiambres entre los que pondremos los de ave (pollo y pavo), algunos tomatitos cherry, pepinillos y banderillas, cebolletas y berenjenas de Almagro, y espárragos blancos.
Por ahora podemos tener todo preparado con antelación y presentado en la mesa o en una mesa accesoria y tapados con servilletas húmedas con motivos navideños para que no se reseque la comida y no huela toda la casa.
Llegamos a los platos fuertes.
Ensaladas a la nieve con escarola, granada, ajo (se pueden usar los que venden sin germen para favorecer la digestión y que lo coman mejor los niños), aceite aromatizado, etc.
Lombarda ya cocida y presentada en su fuente.
Puré de patata hecho con agua, leche desnatada o margarina que le aportan menos calorías; con una clara a punto de nieve que se mezcla con espátula, sin agitar, solo mezclando como el Martini de James Bond, le dará más volumen y suavidad, con lo que se comerá menos con más gusto. Puré de manzana. Puré de castañas. Puré de zanahorias. Puré de guisantes. Salsas mayonesa, rosa, velluté, americana, de setas, etc. Guarniciones de guisantes, zanahorias, patatas cocidas, verduras de flor, setas y hongos, etc. Todo ello con preparación previa y servidos en fuentes no muy grandes, acompañan carnes, pescados, mariscos y huevos, ahorran trabajo y mejoran las presentaciones.
Platos fríos cocinados uno o varios días antes y conservados en nevera o congelador, según el plato que sea, nos permiten disfrutar de la comida con el resto de comensales. Fiambres de carne con frutos secos; cordero con especias y ciertos dulces que lo aromaticen; pudding de aves, caza, vísceras, pescados o mariscos.
Platos de cocinado rápido como un pescado en papillote, que solo precisa salarlo, ponerlo en un papel de aluminio, añadir aceite de oliva y unas verduras ya cortadas, cerrar el papel y meter al horno hasta que se infle el papel. Se apaga el horno y se mantiene caliente hasta servirlo. No mancha, no engrasa y no da olor al horno.
El postre con una sopa de almendras ya fría, algún flan o pudding de frutas y un plato de frutas escarchadas, polvorones y otros dulces, con poco turrón partido, dejando a la vista las tabletas sin partir y el resto de dulces, harán que solo se tome lo que apetezca y no todo por acabarlo o por picotear en la sobremesa.
A la hora de brindar también podemos tener un champán para niños, que es una copa como las de los mayores pero de las irrompibles de plástico, con gaseosa y unas gotas de limón que dan color y sabor, además de vitamina C. Esto, unido a la excepcionalidad del hecho, hará participar a los niños con nosotros en todas las celebraciones, siendo útil en los casos en que no se quiera, no se pueda o no se deba beber alcohol.
 


martes, 26 de noviembre de 2013

MARISCOS

MARISCOS





        A pesar de que los tiempos y las gentes cambian, si por circunstancias invitamos o compartimos mesa o tapa con algún norteamericano de los U.S.A., y se les pone delante un plato con chipirones en su tinta, navajas, calamares, quisquillas, etc., nos surgirá de pronto, a la vez que una expresión de asombro u horror ante la suya de repugnancia, la pregunta lógica y normal en estos casos ¿por qué existió alguna vez un hombre que empezó a comer marisco?.

        Esta pregunta se puede plantear igual con nosotros como detonante si nos presentan chapulines (saltamontes) en Méjico, hormigas en Colombia, serpiente en China, sashimi en Japón, etc., al ser productos alimenticios a los que no estamos acostumbrados.

        En general estas reacciones se presentan a la vista y conocimiento, de que los platos son básicamente pescado, marisco ó carne aunque puede ocurrir también aunque de manera más infrecuente, con verduras, huevos, etc.

        En España, gracias a su situación geográfica, entre un océano ( el Atlántico ) y un mar más o menos cerrado ( el Mediterráneo ) y en un paralelo ni muy frío ni muy caliente, tenemos la suerte de producir ó recoger  los frutos mas deliciosos de ambos tipos de costas y, entre ellos, algunos de los  más preciados mariscos, desde los percebes al pulpo, pasando por bocas, gambas, ostras y mejillones, langostinos y centollos, etc.,  etc.

        El marisco, una vez salvada la pregunta ( sin respuesta ) de quién o quienes fueron los primeros en probarlo, nos lleva a nuestra memoria recuerdos de mar, oleaje, playa, vacaciones y sobre todo mucho y muy buen sabor.

        Como fuente proteica, es una de las mejores que tenemos a nuestro alcance si vivimos a la orilla del mar, aunque hoy día la ganadería industrial y la pesca de altura nos aporten proteínas de alto valor biológico a menor precio. En algunas culturas, casi todas en islas, el marisco ha sido la fuente proteica principal de la dieta y se ha asociado a pobreza y no a riqueza o mejor estatus social, por lo que hasta hace unas décadas, salvo las ostras y poco más, eran comida de pobres.

        El sabor intenso y peculiar de todos los mariscos, en general, obedecen a su origen marino y al alto contenido en sales minerales que toman del agua y del fondo, donde se depositan no sólo cloruro sódico, sino hierro, fósforo, magnesio, etc.  elementos que les hace ser, entre otras cosas, uno de los mejores remedios y sistemas de prevención de la ferropenia y de su consecuencia: la anemia; esto es así si hablamos de los moluscos bivalvos, más que otros con caparazón (crustáceos). Quizá sea su contenido en yodo el que nos traiga mas recuerdos del mar pero, además es el elemento principal para evitar hipotiroidismos, tan frecuentes en ciertas zonas del interior de España hace muchas décadas por que no había pescado ni marisco en cantidad suficiente en su dieta y la sal no era de origen marino.

        Dado que su composición, salvo si tienen huevas o cabezas "con mucha sustancia", es sobre todo proteica y mineral, se comen de forma tradicional con combinación, como platos diferentes o conformando uno solo, con el resto de principios inmediatos, más con hidratos de carbono que con grasas, que en general en nuestro país suele ser aceite de oliva. Así tenemos unas gambas con pipirrana (con pimiento, tomate, cebolla), el pulpo a feira (con cachelos) arroces de marisco, etc., consiguiendo platos completos o fáciles de completar con frutas, verduras y hortalizas.

        Estando tan cerca de las navidades debemos pensar que el marisco aumenta de precio de manera exponencial cuanto más cerca estemos de ellas. Por esto, con el fin de ahorrarnos dinero y disgustos, la planificación de los menús y la compra necesaria para ellos son el método de conseguirlo. Al igual que otros productos alimenticios, el marisco proviene en gran parte de pesca de semanas o meses previos y, por lo tanto, congelada. Así es mejor comprarlo nosotros y mantenerlo congelado, bien fresco o bien cocinado.

        Por último, hay que comentar que, gracias a sus virtudes culinarias y nutricionales, el marisco, antes tan barato y denostado, en general, ha pasado a ser un alimento caro, muy apreciado por su sabor y saludable salvo algunas enfermedades como la hiperuricemia-gota o la hipertensión arterial mal controlada. 


domingo, 27 de octubre de 2013

YOGOURTH : FUENTE DE VIDA

YOGOURTH: FUENTE DE VIDA


La leche, como primera alimentación humana , al ser mamíferos y, además, al ser uno de los primeros productos resultantes de la ganadería, que es previa en el tiempo a la agricultura, se ha utilizado transformada de varias formas para mejorar tanto su transporte como su almacenamiento. Dentro de estas modificaciones, se encuentran todas aquellas causadas por fermentación, dando origen a las llamadas “leches fermentadas”, de las que el yogurt es la más conocida, aunque hoy día ya tenemos en nuestros mercados una gran familia por los distintos microorganismos que intervienen en estos procesos (lactobacilos, bifidobacterias, hongos, …).

Como todos hemos oído, leído o visto en alguna ocasión, estos derivados lácteos se han intentado asociar con un aumento en la esperanza de vida, dado que en ciertas zonas del mundo, donde se consumen en gran cantidad, existen ancianos centenarios en mayor cantidad que en otras regiones.

En el fondo todos estos productos tienen la misma base nutricional y de fabricación. Esto se resume en un contenido proteico (igual al de la leche que es su origen) que es de alto valor biológico (con aminoácidos esenciales para una dieta adecuada), grasas animales (que son pocas si se usan leches desnatadas o semidesnatadas en su fabricación), vitaminas (sobre todo D y A), minerales (calcio, zinc, hierro, etc.) e hidratos de carbono (derivados de la fermentación de lactosa).

De estos últimos hay que destacar que como la lactosa se encuentra fermentada, en personas con intolerancias parciales a ella, como ocurre en los ancianos, es mejor fuente de leche que la leche misma al poderse digerir sin problemas.

A ello se suma que es una fuente de energía que aporta elementos básicos en el crecimiento y reposición ósea, como proteínas, calcio y vitamina D, haciendo que estén indicados en periodos de crecimiento (infancia y juventud) y en aquéllos donde se inicia o produce la descalcificación ósea (premenopausia, menopausia y vejez).

El último elemento que poseen, desde un punto de vista nutricional, y del que nunca se habla, es el agua. Presente en un 60 a un 80 por ciento del peso total, es un elemento más a tener en cuenta, sobre todo en los ancianos en que la sensación de sed está aminorada, les gusta poco beber agua y se deshidratan con facilidad.

Para finalizar, el último elemento, que podríamos decir no es nutricional senso estricto, pero que sí influye en nuestro estado nutricional y de salud, es el mecanismo y los componentes de su fermentación.

Hasta hace poco, casi todas las leches fermentadas se producían con dos bacterias (Lactobacillus Bulgaricus o Acidophilus y Streptococus Thermophilus) que en los procesos de envasado, conservación y digestión, se morían. Desde hace unos años se utilizan otras, como por ejemplo Bifidobaterium Bifidus, que se conservan casi en su totalidad y llegan al intestino, manteniendo la flora intestinal normal, produciendo vitaminas y, por todo ello, previniendo el estreñimiento y la diarrea e, incluso, ayudando a su curación. Esto ha llevado a su difusión y uso en otros productos, como derivados cárnicos, a los que aportan iguales ventajas. En el caso del Kéfir, es un hongo el que se ocupa del proceso de fermentación, por lo que en los países donde se consume desde hace siglos, supone un método fácil y seguro de transporte no de la leche sino de aquello que les permitirá transformarla y conservarla a pesar de hacer largos viajes (era muy utilizado por tribus nómadas).

Si a todo ello sumamos las ventajas de tener frutas añadidas (bien en casa con fruta fresca bien a nivel industrial) en ciertos casos, su uso en la cocina como integrantes de otros platos, la posibilidad de edulcorarlos (con azúcar, miel, etc.), estos derivados lácteos llevan a que se consideren básicos en una alimentación correcta que nos ayudará a vivir más y, sobre todo, mejor.


miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA CAÍDA Y LA RENOVACIÓN

LA CAIDA Y LA RENOVACIÓN



En España, como consecuencia del clima continental en la mayor parte del país, casi no existen estaciones intermedias y el paso del verano al invierno y viceversa es casi un continuo. A pesar de todo el otoño y la primavera  aparecen en algún momento, siendo el primero mas largo que la segunda.
Después de varios meses de calor, mucho sol y un desgaste físico algo mayor de lo habitual, el cuerpo humano se debe adaptar y preparar para unas condiciones ambientales diferentes, hay quien diría adversas, aunque también, otros lo dirían del calor. Esto conduce a pérdidas, cambios, renovaciones y aumento de reservas en muchas partes de nuestro organismo.
Ahora es posible que entendamos, aunque solo sea en parte, el por qué de la caÍda de cabello mas intensa, el rápido cambio de coloración de la piel (ese aspecto dorado que tanto nos costó ganar) y un leve, o no tanto, aumento de peso.
El consumo de defensas del organismo por exposición al sol, más ejercicio, temperaturas elevadas, etc, nos llevarán a aumentar la cantidad de alimentos antioxidantes de la dieta y la Naturaleza, que es muy sabia, pone a nuestra disposición frutos secos en mayor cantidad que en el verano. Las nueces, almendras, castañas, etc, unen a su poder antioxidante el aporte de energía que ayudará a adaptarse a la disminución de temperaturas, creando una pequeña capa de grasa subcutánea que mejorará el aislamiento del frío exterior.
Además, vuelven las naranjas que, además del efecto antioxidante de la vitamina C, compensa con su fibra la disminución de la que tomábamos en verano con tantas frutas variadas.
El pelo, tras aguantar sol, cloro de piscinas, salitre, sudor y aire libre con polvo, estará algo dañado. El peinarlo con mucha frecuencia, lavarlo con jabones poco agresivos, que no quiten demasiada grasa para que el cuero cabelludo no segregue más y consigamos el efecto contrario, el consumo de algunos frutos secos y aumentar la ingesta de alimentos ricos en hierro, como carnes y vísceras rojas, conseguirán que se renueve y reaparezca un pelo sano, sedoso y suave.
Con el cambio de dieta, actividad laboral (en general más sedentaria) y de ejercicio, el estreñimiento aparece o se agrava. Un kiwi con el desayuno o, en casos mas resistentes, una cucharada de aceite de oliva de 0.4º (no mas) con dos vasos de agua en ayunas nos ayudarán a mejorar. Lo ideal sería buscar tiempo para, como obligación, hacer algo de ejercicio de forma habitual, aunque solo sea caminar.
El aceite de oliva también ayuda al crecimiento correcto de pelo y uñas si se toma con las comidas y, además, cuando las uñas son quebradizas, los masajes con un algodón impregnado en él por la base de la uña, donde están las cutículas, son muy útiles.
La piel, sobre todo de las manos y brazos, que se han expuesto al sol mas que otras zonas del cuerpo, debe renovarse generando una capa de queratina algo mas fina y recuperar su hidratación. Disolviendo un poco de azúcar con aceite de oliva en la palma de la mano y frotándose con ello en forma de suave masaje, nos hacemos un peeling casero, útil, rápido, barato y nutritivo.


martes, 20 de agosto de 2013

ALIMENTACIÓN Y RITMOS BIOLÓGICOS

    

 ALIMENTACIÓN Y RITMOS BIOLÓGICOS



A veces pensamos que la rutina supone monotonía y que así la vida se hace más triste, pero esto no debe ser siempre así. La rutina, el orden, nos dan seguridad y nos ayudan a que vivamos con menos tensión. Lo único que no es bueno de las rutinas es que sean una, en singular, y no varias, en plural. Son el mismo universo y nuestro planeta junto con el cuerpo humano los que aúnan una serie de rutinas o ciclos variables, que a la par de darles estabilidad les confieren variedad y capacidad de adaptación a las condiciones ambientales cambiantes.
Tanto en las ciencias físicas como en las biomédicas, se ha podido comprobar la existencia de ciclos de funcionamiento que abarcan desde el movimiento de galaxias, estrellas, planetas, asteroides y otros cuerpos estelares, hasta las secreciones de ciertas sustancias (hormonas, enzimas, etc)en los organismos vivos, teniendo como ejemplo principal para nosotros el cuerpo humano.
Estas variaciones cíclicas en los seres vivos son lo que se llama, desde un punto de vista técnico, los biorritmos.
Ya se sabe que cada persona, en función de su edad, sexo, carga genética, vivienda, trabajo, etc., presenta a lo largo de su vida unos ciclos marcados, con mayor o menor variación, que afectan a su ritmo de vigilia-sueño (hemos oído hablar en muchas ocasiones de personas como búhos o alondras si son de hábitos noctámbulos o diurnos), secreción hormonal, preparación fértil, capacidad de atención y concentración, estado de ánimo, etc. Como todo ello induce unas necesidades diferentes de elementos a consumir y producir, la consecuencia lógica es que el estado nutricional y, por lo tanto, la alimentación también presenta estos ritmos biológicos.
Esta ritmicidad oscila desde ciclos de horas durante el día hasta otros estacionales, pasando por el llamado circadiano, el diario, y otros más o menos largos, como es el ciclo menstrual en la mujer. Todos ellos se ven influidos por circunstancias internas, pero también externas como las horas de luz y de sol, la temperatura ambiente, los vientos, la exposición a radiaciones, etc. Uno de los problemas con que nos encontramos últimamente con mayor frecuencia es el de la turnicidad laboral, que no solo nos altera los ritmos de vigilia-sueño, sino también los horarios y tipos de comida y nuestra organización en las relaciones sociales.
Si, como dice el poeta, pudiésemos vivir sin estar pendientes del reloj y otras obligaciones, nos daríamos cuenta, de forma objetiva, de que nuestro organismo, periódicamente y de manera casi fija, nos pide unas horas de sueño, unos momentos para comer, otros para hacer ejercicio, etc., con puntualidad casi “británica”, manteniéndose así en perfectas condiciones para realizar la actividad necesaria en el momento oportuno.
A lo largo de siglos y milenios, el ser humano se ha desarrollado y evolucionado de manera que, al contrario que otros animales en escalones inferiores de la escala evolutiva, no comemos una vez cada varios días, ni siquiera una vez al día, sino que precisamos una ingesta nutricional diaria repartida en varias tomas, siendo lo ideal por encima de cuatro (hasta cinco o seis al día).
No sólo nos ocurre esto de forma que acoplamos la ingesta de nutrientes a las necesidades de producción de hormonas, energía, neurotransmisores, etc, que varían con las horas, sino también a las necesidades de consumo energético en función de la actividad física.
Aún más, como existen ciclos (biorritmos) de mayor tiempo de duración, las necesidades nutricionales varían también a medio y largo plazo. Los ejemplos más claros de ello los tenemos, si nos preocupamos en observarnos un poco, en la variación de apetencias y gustos que se producen para todos con los cambios estacionales, las variaciones climáticas, y, de forma especial, en las mujeres con las distintas fases del ciclo menstrual.
Los cambios de estación, a la par que nos inducen un diferente estado de ánimo, nos llevan a cambiar el tipo de alimentación, pidiendo más o menos calorías según la temperatura exterior y el grado de actividad física, alimentos con nutrientes diferentes (con vitaminas distintas según la exposición al sol -con mas vitamina A-, a tóxicos inhalados -con mas vitamina C-, etc) y preparados de distintas maneras (platos calientes o fríos, con más o menos sal, …).
Los ciclos menstruales inducen que se necesite una ingesta de vitamina B mayor previa al final del ciclo; diferente en la cantidad de sodio según si retenemos o perdemos líquidos; con más o menos hierro para compensar pérdidas, etc.     
En resumen, el que comamos varias veces al día, diferente según los días, las semanas y los meses, no es sólo una cuestión de apetencias o educación, sino también y casi de forma obligada, porque el hombre tiene una serie de ciclos biológicos que inducen a ello.